Eliminar Prejuicios

12. mayo, 2017 Noticias
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Desde hace tiempo esperaban ser adoptadas en un hospital público; «hay que eliminar prejuicios», dicen sus padres.

Las pequeñas Maitena, Lucila y Keila tienen algo en común: el enorme amor de las familias que decidieron adoptarlas sin que la discapacidad intelectual y motora con las que nacieron fuera un obstáculo. Las tres vivían en el Hospital San Lucas, de Lisandro Olmos, en la provincia. Ahí llegan chicos de más de 3 años con distintas discapacidades y necesidades especiales que no pueden estar al cuidado de los padres o un referente familiar. Actualmente hay otros nueve chicos que están en condiciones de ser adoptados, según la Justicia.

Keila, de 7 años, e Irene Lugo, su madre adoptiva, se conocieron hace tres. Irene participaba de un grupo de voluntarios de PAMI que proyectaban películas en centros como el de Olmos. Cuando entró a la sala del hospital, recuerda que Keila le estiró los brazos. «Ahí no me quise separar más de ella», afirma. Y empezó los trámites de adopción. Era soltera, así que intentaban convencerla de que formara una pareja y tuviera un hijo propio. «Y yo quería ser la mamá de Keila», señala.

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Hoy, no sólo cumplió ese deseo, sino que Keila tiene una familia y eso, le permitió mejorar la comunicación, la movilidad y el aprendizaje: va a la escuela del Club Gimnasia y Esgrima de La Plata, con la modalidad de integración, participa de la murga Lobo y practica natación. «No hablaba cuando la conocí -cuenta Irene a LA NACION-. Tampoco caminaba mucho.»

Al principio fue complicado. Keila no comía sola ni controlaba esfínteres. «Fue difícil ir resolviendo cada etapa. Pero en familia todo es más fácil. En una institución los recursos están más recortados, pero en casa avanzó mejor», explica Irene. Y agrega: «No lo tomé como adoptar a alguien con discapacidad. Adopté a mi hija. Son chicos que necesitan más atención, amor o acompañamiento, pero también como lo necesita cualquier otro chico. Hay que perder ese miedo a la discapacidad y eliminar esos prejuicios».

Gabriela Rodríguez y Javier Luchessi decidieron adoptar a Lucila, de 4 años. También tiene discapacidad motora e intelectual. Gabriela trabaja en el área de limpieza de la ex Casa Cuna de La Plata, donde conoció a su hija. Empezó a llevarla de visita a su casa los fines de semana, pero Javier y sus dos hijos (ahora de 23 y 17 años) la adoptaron de inmediato. Cuando cumplió 3, la trasladaron al Hospital San Lucas y el cariño con la familia seguía creciendo. Gabriela y Javier obtuvieron la guarda de Lucila hace un año y cuatro meses. Pero ayer celebraron la primera semana de la adopción efectiva.
Maitena tiene 7 años, pero desde los 4 vive con su madre adoptiva, Vanesa, que es enfermera del Hospital Dr. Alejandro Korn, de Melchor Romero, en La Plata. Era soltera cuando la adoptó y hoy esperan con su esposo al próximo integrante de la familia.

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En el Hospital San Lucas hay 29 residentes, como dice a LA NACION su directora Mariel Morán, especialista en psiquiatría y psicología médica. «En los padres [biológicos] vemos muchas enfermedades asociadas con el consumo de drogas y discapacidad intelectual. Las madres no tienen recursos suficientes para hacerse cargo de los cuidados que estos chicos necesitan. Tenemos una nena y un bebe que pudimos revincularlos con sus familias. Pero si muchos de estos chicos tuvieran una familia, un contexto que los contuviera, no estarían internados», dice.

Fuente: Diario La Nación – Sociedad (11/05/17)